Monday, September 08, 2008

Violencia poltica en Colombia. La paradójica institucionalización de una disfunción


De manera general, los estudios sobre la violencia política contemporánea en Colombia puede clasificarse i. por su origen disciplinar en: históricos (Pecaut: 2006, Sánchez: 1991, Bushnell: 1999), sociológicos (Fals Borda, Umaña y Torres: 1963), politológicos (Echandia: 1997, Gutierrez, Wills y Sánchez: 2006, Bolívar: 2004) y económicos (Kalmanovitz 1994; Montenegro:1994, Fedesarrollo: 2002); ii. por las causas consideradas: estudios monocausales o multicausales (Comisión: 1988); iii. por las metodologías empleadas: estudios inductivos, deductivos, discursivos (Estrada, 2004), empíricos (Gonzalez, 1993), o iv. por la atención prestada a un actor específico: FARC (Matta: 1997, Observatorio: 2000, Medina: 2001), ELN (Medina: 1996, Observatorio: 2001) paramilitares (Guido: 2005, Duncan: 2007, ICG: 2005, Observatorio: 2002) narcotraficantes (Thoumi, 2002; Sánchez 1988; Sánchez y Peñaranda, 1991) o Estado colombiano (Oquist, 1978).

En medio de la abundante bibliografía, el trabajo de “La Violencia en Colombia”, publicado por primera vez en 1962, constituye uno de los aportes más importantes al análisis del tema. (Guzmán, Fals Borda, Umaña, 1980. Vol. I: 399). La recuperación de la obra de 1962 resulta fundamental tanto por la metodología utilizada como por su interés de configurar un marco explicativo general del fenómeno. Las extensas descripciones que hace de la violencia por regiones, según los actores involucrados, en sus relaciones con diferentes instituciones de la vida nacional, son una referencia obligada para todos los estudios posteriores. La explicación desarrollada en el estudio se nutre de la teoría estructural-funcional, la teoría del conflicto y la teoría de los valores, y llega a una conclusión paradójica según la cual, la violencia en Colombia se puede interpretar como “una impresionante acumulación de disfunciones en todas las instituciones fundamentales...” (Ibid p.401).

Estudios posteriores han sugerido la existencia de una cultura de la violencia enraizada en el tejido social de los colombianos. Tal es el caso del informe de la Comisión de estudios sobre la violencia que en 1988 identificó, además de la variable cultural, otra serie de causas de la violencia en el país dentro de las que incluía la falta de apertura democrática, la exclusión de las minorías, el desequilibrio regional y las condiciones objetivas de pobreza y desigualdad. En adición, la Comisión explicitó la existencia de diferentes formas de violencia con lo cual, la violencia política aparecía en medio de otras modalidades como la violencia urbana, la violencia organizada, la violencia contra minorías étnicas, la violencia transmitida a través de los medios de comunicación y la violencia en la familia. El estudio se inscribe así en una perspectiva primordialmente sociológica a la luz de la cual las causas de la violencia se encuentran en primer lugar en la familia, las relaciones entre vecinos, la pérdida de valores, las situaciones de riesgo, la pobreza y la desigualdad y la falta de identidad. Más allá de la difícil comprobabilidad de la tesis de la cultura de la violencia, el trabajo en cuestión ignora el papel del Estado y las instituciones como causas objetivas de la violencia política.

Un paso en este sentido es adelantado por varios trabajos de carácter politológico que, en sus explicaciones sobre las causas de la violencia contemporánea en Colombia, ponen el énfasis en la influencia de las relaciones políticas, la construcción del Estado nacional y la composición del sistema político. Así por ejemplo, Ingrid Bolívar (2004) analiza cómo la violencia se relaciona con dinámicas políticas más amplias como la construcción de la nación, en un trabajo en el que da cuenta de nuevas formas de clasificación social y de la creación de estereotipos regionales que reflejan la pertenencia nacional en tanto forma de afiliación y vinculación. La autora resalta la importancia de dar prioridad a elaboraciones conceptuales que partan de nuestra propia experiencia social y plantea que por la vía de la violencia política, en Colombia se redefine una geografía nacional, se involucran nuevos espacios y grupos sociales al mapa de la nación, se transforman las condiciones de la competencia política y se nacionalizan distintos conflictos regionales. Bolívar también propone una tipología que relaciona la violencia y las modalidades de integración territorial y social, en la que se distinguen cuatro tipos de sociedades regionales que configuran el mapa de la nación. En una perspectiva similar se encuentra el análisis de Francisco Leal (1989) quien ve en las dificultades del régimen político la causa de la violencia, y teorías como la del derrumbe del Estado de Oquist (1978) o la de las dificultades en la institucionalidad encargada de la justicia de Armando Montenegro y Carlos Esteban Posada (1994).

Por su parte, las investigaciones provenientes de la economía consideran que los individuos actúan racionalmente en respuesta a los costos y beneficios del crimen. En este orden de ideas, su acento se ubicará no tanto en examinar las causas de la violencia como el efecto de la misma sobre el crecimiento económico y el bienestar, o lo que es lo mismo, la rentabilidad de la guerra y de la paz. Se destacan en esta perspectiva los trabajos de Salomón Kalmanovitz (1988; 1994), Mauricio Cárdenas (1993); Libardo Sarmiento (1991), y Fedesarrollo (2002), entre otros.

No obstante el nutrido estado de la discusión, esgrimir posibles explicaciones acerca del contexto de producción y perpetuamiento de la violencia política en Colombia e identificar algunas de las variables que inciden en su presencia y mantenimiento continua siendo fundamental. Inquirir las razones por las cuales en Colombia el uso de la violencia se ha tornado normal y en cierto modo aceptado por buena parte de la sociedad hasta el punto de constituir una práctica extendida dentro de la política, nos lleva a explorar como hipótesis explicativa la existencia de una paradójica relación de funcionalidad de la violencia dentro del sistema político colombiano. En un nivel de mayor generalidad, esta vía nos conduce a relacionar el tema de la violencia con la problemática del cambio social y, en particular, con la construcción de la sociedades modernas, con lo cual surgen cuestiones referidas al significado de la violencia en el advenimiento de éstas, y al papel que juega en la configuración y reproducción de las prácticas políticas tanto de la sociedad civil como del Estado. Es probable que tal entendimiento de la política en clave clausewitiana ayude en la comprensión, o al menos abra un nuevo sendero de indagaciones acerca de la aparente insuperabilidad de la violencia en el país.

La importancia de analizar la violencia política en Colombia viene dada no tanto por la originalidad del tema, pues impresiona la cantidad de estudios existentes al respecto, como por la gran complejidad del asunto en cuestión. Esto hace que si bien existen numerosos abordajes, de las más diversas índoles y metodologías, el hacer una nueva lectura del fenómeno nunca esté de más, máxime atendiendo a las múltiples dificultades que genera el estar analizando un evento que se desarrolla al mismo tiempo en que escribe el investigador. Una segunda razón, la primera, en orden de importancia, es el imperativo crítico del científico social, a saber, la necesidad de interpretar la realidad con el ánimo no sólo de entender su rumbo actual, sino en lo fundamental, para encontrar posibles transformaciones. Si bien el interés inmediato del estudio no es aportar soluciones para el fin de la violencia y el conflicto en Colombia, esperamos de forma indirecta, ofrecer un horizonte de comprensión adicional en el entendido de que siempre es posible descubrir nuevos aspectos de la violencia en el país.