Friday, October 05, 2007

Algunas reflexiones sobre la videopolitica



La relación entre política y medios de comunicación es un tema ampliamente tratado en el campo de las ciencias sociales durante los últimos 70 años. La interacción entre ambas variables así como los efectos de los mass- media en la configuración de la democracia han sido objeto de numerosos estudios dada la relevancia de los medios en la transmisión de ideologías, la visibilización de actores políticos y la configuración de la opinión pública.

Ya en 1947 Theodor Adorno y Max Horkheimer propusieron el concepto de industria cultural para referirse a “la institución que difunde y organiza la ideología necesaria para la permanencia del resto de estructuras económicas y socio políticas”. (Adorno y Horkheimer: 1971). En clave crítica, los teóricos de la Escuela de Frankfurt se ocuparon del fenómeno institucional que exige unas prácticas culturales y de consumo que, por un lado, multipliquen el beneficio económico; pero por otro, permitan la ampliación de las nuevas condiciones de difusión de la cultura que podrían dar lugar a una democratización y descentralización de la vida cultural.

La investigación sobre la producción cultural como actividad empresarial condujo a Adorno al estudio de los medios de comunicación masiva y sus efectos sobre la sociedad de masas Así, el autor se adentró en la imbricación de la puesta en discurso y la puesta en escena indispensables para el paso a los medios, y en estos últimos como dispositivos capaces de efectuar una mitologización sin precedentes dado su alto volumen de transmisión de mensajes y contenidos, pero sobretodo, dadas sus facultades de persuasión, propaganda y subjetivación profundas. Tales efectos suponen una amplia influenciabilidad psicológica sobre las audiencias capaz de reflejarse en controles sociales colectivos de carácter inconsciente e informal y en la orientación cultural de las artes y la estética. De esta manera, la sociedad de masas y su ideología justificadora: la cultura generada por los mensajes artificialmente construidos por los medios de comunicación, resultan ser, según Adorno, la estrategia primordial e imprescindible para disolver la conciencia crítica colectiva y consolidar un orden mitológico de comprensión de la realidad.

En este orden de ideas, los niveles de intervención en los procesos de creación libre y espontánea de la cultura ejercidos por las industrias culturales fragmentan la renovación de los medios y las posibilidades de expresión estableciendo las lógicas de la producción, la comercialización y la difusión. El arte deviene en mercancía generalizando un modelo de consumo cultural dependiente de los intereses hegemónicos de circulación. A su vez, la Pseudocultura, en cuanto desvirtuación y debilitamiento de la educación y la cultura originales, manipula la psique ciudadana dando como resultado la formación de una cosmovisión colectiva en la que la personalidad autoritaria- caracterizada por la sumisión a los poderosos y la humillación y crueldad hacia los débiles- aparece como propia del ciudadano promedio. (Horkheimer:1967).
También la Escuela de Birmingham puso de manifiesto la importancia de la televisión y los medios de comunicación de masas en la comprensión y desenvolvimiento de la política, aunque dando un giro de tuerca al papel asignado a las audiencias por parte de los teóricos frankfurtianos. Se articula entonces el concepto de audiencia activa a nivel de grupos para denotar las estrategias de interpretación discursiva con que cada subgrupo (jóvenes, pandilleros, homosexuales, etc.) establece sus mecanismos de construcción de la realidad. La posibilidad de codificación y descodificación de los mensajes emitidos por los medios por parte de las audiencias dispersas en grupos, introduce en apariencia un planteamiento pluralista más esperanzador que el criticismo de la dialéctica marxista, pero suaviza los efectos de la Sociedad de Consumo y sus productos sobre la formación ciudadana.
Por otra parte, a partir de su concentración en las esferas de la cotidianidad (la familia, la televisión, el ocio), los teóricos de Birmingham renuncian a una visión holística de la sociedad quedando presos de la lógica mediática. Para esta corriente, la cotidianidad se expresa como una rutina conformada por la aceptación profunda de las consignas y normas del neocapitalismo. Asi las cosas, el ciudadano se identifica como receptor- consumidor que interioriza los esquemas cognitivos, las actitudes y actividades propuestos por la sociedad globalizada. Con ello, el modelo de sociedad queda reducido dentro de los estrechos márgenes de la industria mediática, y de este modo, se van a establecer unas modificaciones paradójicas: se pasará de ciudadanos a audiencias y de productores a consumidores. (Muñoz: 2005 b, 215).
En el campo político la repercusión inmediata es la sustitución de la realidad por la democracia semiótica. Un virtualismo basado en el pluralismo soberano de los consumidores. “La audiencia se identifica con el “ciudadano autónomo” capaz de convertirse en árbitro de las decisiones cívicas. El poder de la audiencia dará lugar incluso a una mutación de los conceptos de cultura cívica y de democracia participativa.” (Muñoz: 2005 b, 215). En suma, las investigaciones contemporáneas de Birmingham equiparan la construcción social de la realidad con la construcción mediática de la vida social. Frente a la Teoría Crítica, la ideología apenas es considerada como formación de la opinión pública por estos autores, en la medida en que su énfasis en lo cotidiano los deslinda de los procesos organizativos e institucionales. De allí que la despolitización sea la marca generalizada de estos estudios, misma que sea proyectada sobre los receptores que parecen quedar reducidos a espectadores inactivos e inmóviles frente a la impronta política de los mass- media. De esta suerte, “el interés por reducir al subjetivismo al ciudadano de las sociedades post- industriales, reemplaza los contextos sociales por un mundo de la vida entendido como una audiencia fragmentada y aislada socialmente.” (Muñoz: 2005 b, 220).
Las discusiones de Frankfurt y Birmingham hacen parte de un enorme espectro de discusiones acerca de la relación medios- política. En los últimos años, la globalización y la emergencia de nuevas tecnologías como el Internet han traído consigo un revival de la cuestión dando lugar a un debate entre quienes ven en la televisión y los mass-media un potencial creador y emancipatorio para la política y aquellos que, por el contrario, ven en estos el sepulturero de la democracia. El siguiente trabajo busca enunciar las líneas generales de esta disputa a partir de la contraposición de dos lecturas: por un lado la tesis de la sociedad transparente de Gianni Vattimo y por otro, la crítica de la videopolítica de Giovanni Sartori. El planteamiento de ambos autores se empleará para analizar en general, las transformaciones de la política en relación con las nuevas tecnologías de la comunicación y en particular, el papel desempeñado por los partidos políticos en esta coyuntura.
Se propone como hipótesis de trabajo que los partidos políticos atraviesan por una profunda transformación en sus modos y estructuras más como resultado de la mutación en las relaciones entre gobernantes y gobernados, que sin duda se ven afectadas por las nuevas tecnologías de comunicación, que como consecuencia de una crisis general del sistema representativo. En este último sentido, los partidos se debaten entre la transparencia exigida por una opinión pública ideal y la evanescencia inmanente a la velocidad y futilidad de los medios de comunicación. En un mundo en el que las imágenes desplazan a los discursos y los personajes a los partidos, el papel de estos últimos es seriamente replanteado.

Medios y Politica. La sociedad transparante?


La obra de Vattimo hace parte del llamado “pensamiento débil”, una actitud filosófica anti- ilustrada que participa de la ecléctica amalgama de teorías que se hacen llamar postmodernas. No obstante su origen como movimiento fundamentalmente estético , el postmodernismo ha tenido una importante influencia en el ámbito de la política a partir de la década del setenta como un factor generador de nuevas subjetividades y de nuevas formas de aprehensión del fenómeno social. Como ruptura con respecto al orden ilustrado, la Post- modernidad representa una manera novedosa de observar la cultura política, a partir de un lente despolitizado. Se trata de un intento por debilitar la racionalidad ético- estética propia de la Modernidad con claras consecuencias en la forma de entender el lugar del sujeto en la historia, el papel de las ideologías y las posibilidades emancipatorias de uno y otras.

Bajo el rótulo de la Post- modernidad convergen una serie de teorías de distinto calibre que van desde los planteamientos neonietzchianos e instintivistas hasta nociones propias del pragmatismo anglosajón y la fenomenología heideggeriana, en una colcha de retazos no necesariamente articulada. De ahí que, para algunos autores, sea más sencillo identificar la post- modernidad por el conjunto de factores a los que se opone que por una declaración coherente de principios, en una suerte de definición negativa (Muñoz: 2005 a). De manera general, los autores postmodernos coinciden en una serie de características exteriores, esto es, contextuales, e interiores o inherentes a su forma de pensamiento. Dentro de las primeras, se encuentra su surgimiento en medio de sociedades mass- mediatizadas que hacen posible la amplia difusión de sus ideas en una especie de marketing intelectual y cultural, comparable al funcionamiento de las industrias culturales descrito por Adorno y Horkheimer. El post- modernismo se hace así capaz de organizar y articular corrientes de pensamiento deslocalizándolo de las elites intelectuales y reubicándolo en periódicos, revistas especializadas y best sellers al alcance de una clase media ascendente.

Al interior, el pensamiento postmoderno se compone de algunos elementos comunes que le dan una relativa unidad temática. Esta concepción estético- filosófica se hace patente, en lo fundamental, en una actitud anti- ilustrada, anti- historicista y anti- racionalista, en suma en una actitud anti-moderna. Ahora bien, qué comporta exactamente cada una de estas oposiciones? En primer lugar, el pensamiento ilustrado caracterizado por el triunfo de la razón crítica, el universalismo y la fe en el progreso, es descalificado por los postmodernos por considerarlo anacrónico y totalitario. El quiebre del sistema de la razón crítica provendría, para autores como Vattimo, del fin de la dicotomía entre ser y deber ser propio de la propuesta kantiana. Este desdiferenciamento se daría una vez que los mass- media logran erigir una sociedad caracterizada por la identidad entre ser y apariencia a partir de la exaltación de la realidad, dando lugar a la denominada sociedad transparente. En esta se desdibuja el papel de los universales y del imperativo categórico en la reconstrucción estética de la ética y se reemplaza por una sacralización de la realidad tal y como exhibida por los medios. (Vattimo:1990)

En efecto, cuando el hombre postmoderno empezó a recibir información en forma masiva, se dieron cambios que afectaron su forma de actuar. De repente se pasó a tener un mundo menos estructurado y encasillado en un modelo, para tener otro más abierto, con más tolerancia y diversidad. El individuo, en su situación social, política y económica, pero fundamentalmente en su esfera cultural, se vio influenciado por los mass media. De esta suerte, al aumentar e intensificarse los flujos comunicacionales, la información ya no fue solo un aspecto del progreso, sino el eje del mismo. La cultura pasó de solo ser transmitida por los medios para ser creada y reproducida por ellos. El hombre postmoderno inicia así un nuevo tipo de relación con su entorno, más tolerante y pluralista, gracias a la visión más amplia que le ofrecen los medios. De ahí que para Vattimo: “…bastaría que los mass media, que son las formas de autoconciencia que la sociedad transmite ahora a todos sus miembros, no se dejasen condicionar por las ideologías, los intereses particulares, etc., y se convirtiesen, de algún modo, en <<órganos>> de las ciencias sociales…y difundieran una imagen <> de la sociedad…” (Vattimo: 1990, 103).

Se trata sin dudas de una visión idealizada de los medios de comunicación. La idea de que estos no sean manejados por ningún interés e ideología pierde de vista un hecho trascendental: que el hombre siempre es movido por ideas e intereses. Vattimo ignora además que todo acto de comunicación es un acto de interpretación y, por lo mismo, carece de objetividad, siendo fundamentalmente intersubjetivo. La transparencia mass- mediática propuesta por Vattimo no es mas que una exaltación de la realidad transmitida y difundida por los mensajes estandarizados de las empresas audiovisuales. La disolución entre apariencia y ser, esto es, la victoria de la realidad sobre la utopía, es solo el producto de una sacralización del orden de lo real, pero con el defecto de asumir la realidad representada de los mass- media como espejo de lo cotidiano, y una vez más, la cotidianidad entendida no como los procesos sociales o económicos concretos, sino como el espectáculo comunicativo mismo.

Por otro lado, el hecho de que haya surgido la sociedad de los mass media no hace que esta sociedad sea más transparente, sino al contrario, una sociedad más compleja y caótica. A la multiplicación de puntos de vistas, producto del exceso y velocidad de circulación de la información no le siguen la verdad y la objetividad sino la desinformación, la subinformación y la farsa. De hecho, un principio fundamental de los medios de comunicación es la recreación ficticia de la realidad y no su representación idéntica. Con la diversificación de la información, cada cual esta en libertad de informar, emitir, o disfrazar a su antojo.

Lo anterior no parece constituir un problema para Vattimo, antes bien, el hecho de que haya tantas visiones de la realidad, hace que la misma realidad parezca mentira. Y gracias a ésto, “…se abre camino un ideal de emancipación a cuya base misma están, más bien, la oscilación, la pluralidad y, en definitiva, la erosión del propio principio de realidad…” (Vattimo: 1990, 82). La erosión, e incluso la pérdida, del principio de realidad se debe a las tantas visiones del mundo que surgieron, lo que nos hace pensar si se trata de una pérdida. Para Vattimo, no habría tal, tratándose más bien de la condición misma de una nueva etapa: la postmodernidad. En la Edad Moderna se gozaba de una realidad más clara y sólida, pero con la mediatización de la sociedad, el tener una realidad confusa es inevitable. La emancipación a la que alude Vattimo es entonces aquella inherente a la liberación de las restricciones que existían antes, cuando había “…una sola forma verdadera de realizar la humanidad…” (Vattimo: 1990, 84).

Resumiendo hasta aquí podemos decir que, desde la perspectiva de Vattimo, cuando surgen los medios de comunicación de masas el mundo deja de ser unitario para tornarse diverso. Pero a la vez, este se presenta más incierto y menos tranquilizador que el del mito moderno (ilustrado, racionalista e histórico). De esta manera, si bien Vattimo hace una acertada descripción de la sociedad mass- mediática, cae en la ingenuidad al calificarla como transparente y emancipatoria. Quizás se trate de una perspectiva excesivamente idealista y estetizante con poca observación del mundo real. La pérdida de la dimensión crítica afecta no tanto a las sociedades postmodernas como a sus filósofos, que parecen abandonarse a un relativismo insulso so excusa del totalitarismo de la razón moderna. La sociedad transparente no es una sociedad mas conciente de si misma, ni siquiera una sociedad más plural, aunque sin duda encarne una sociedad que ha perdido conexión con cualquier principio de realidad. Veamos ahora la contraparte del argumento de Vattimo: la sociedad teledirigida.

Friday, September 28, 2007

La sociedad teledirigida



Para Giovanni Sartori, la irrupción de la videopolítica es un fenómeno que comprende sólo uno de los múltiples aspectos del poder del video: su incidencia en los procesos políticos mediante una transformación radical del "ser político" y de la "administración de la política". Se trata del cambio civilizatorio, en plena expansión, a favor de la cultura audiovisual. Según el autor, asistimos a la emergencia de un homo videns, la persona video-formada que se relaciona con el mundo desde los lenguajes visuales, quedando atrás el homo sapiens y sus virtudes ilustradas. La televisión, dice Sartori,

… es ver desde lejos (tele), es decir, llevar ante un público de espectadores cosas que puedan ver en cualquier sitio, desde cualquier lugar y distancia. Y en la televisión prevalece el hecho de ver sobre el hecho de hablar, en el sentido de que la voz del medio o del hablante, es secundaria, está en función de la imagen, comenta la imagen. Y en consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un animal simbólico. (Sartori: 1998, 26).

El lugar del telespectador frente a la pantalla será entonces un espacio imaginario de poder visual, que no sólo alimenta el goce frente a la pantalla (veo televisión porque me gusta) cuando el noticiero pone el mundo a nuestra disposición, sino también cuando nos hace tomar contacto “a distancia”, de manera personalizada y bajo los poderes del control remoto, con el lejano, tímido y tumultuoso mundo del poder político (Landi:1991).

Ahora bien, la videopolítica no es exclusiva de la democracia, pues ya hemos visto cómo el poder del video también está a disposición de las dictaduras, sin embargo, el interés de Sartori, como el nuestro, es rastrear el papel de los medios en los sistemas liberal-democráticos, esto es, en aquellos que cuentan con elecciones libres. Tres serán las a variables a considerar: la formación de la opinión pública, el proceso electoral y la forma de hacer política (buena política).

Con respecto al primero de estos puntos, Sartori empieza indicando que la democracia se identifica con el gobierno de opinión, en el cual el pueblo soberano "opina" sobre todo de acuerdo con la forma con que la televisión le induce a opinar. En este sentido, vale señalar que la opinión pública, en tanto conjunto de visiones alrededor de los asuntos de interés general, no implica en ningún sentido la producción de un saber. Se trata de la emisión de doxa y nunca de episteme. Esta aclaración es fundamental para comprender el papel de los medios en la formación de la opinión, ya que, si lo que requiere la democracia es una mera producción subjetiva (doxa), la televisión puede descargarse sin problema de cualquier función educativa o científica (episteme). No es su tarea la producción de saber y verdad.

Pero si esto es cierto, ¿cómo puede confiarse la salud de la democracia a la actividad de la opinión pública? Si de lo que se trata es de equiparar la buena política a la ecuación democracia= opinión, donde opinión= juicio subjetivo y entonces, por transitividad, democracia=juicio subjetivo, la noción de democracia que suscribe Sartori estaría por demás en sintonía con la sociedad transparente de Vattimo. Sin embargo, el argumento del italiano enfatiza en la necesidad de garantizar una cierta autonomía de la opinión pública, esto es, de asegurar la objetividad y veracidad de los hechos transmitidos a la opinión, cosa que poco o nada le interesa a Vattimo. Dicho cometido, se lograría haciendo que la opinión esté expuesta a un gran flujo de información sobre el estado de la cosa pública:

Si fuera “sorda”, demasiado cerrada, y excesivamente preconcebida en lo que concierne a la andadura de la res publica entonces no serviría. Por otra parte, mientras más se abre y expone una opinión pública a flujos de información exógenos (que recibe del poder político o de instrumentos de información de masas), más corre el riesgo la opinión del público de convertirse en hetero- dirigida (Sartori: 1998, 71).

El imperativo de una opinión pública debidamente informada cobra mayor relevancia en la era de la televisión ya que, mientras en tiempos de la prensa escrita y la radio el equilibrio entre opinión autónoma y opiniones heterónomas (heterodirigidas) estaba garantizado por la existencia de una prensa libre y múltiple, en la era de la videopolítica a causa de la inmediatez de un hecho informativo basado en la mera imagen, se rompe el sistema de re-equilibrios y retroacciones múltiples que habían instituido los medios de comunicación basados en el lenguaje oral y escrito. “La televisión destrona a los llamados líderes intermedios de la opinión y se lleva por delante a la multiplicidad de autoridades cognitivas que establecen de forma diferente, para cada uno de nosotros en quien debemos creer, quién es digno de crédito y quién no lo es” (Sartori:1998, 72). La autoridad ahora es la imagen: lo que se ve parece real, y lo que parece real, parece verdadero. Con esto, la videopolítica pone en serio riesgo el gobierno de la opinión, no hay transparencia sino representación, no hay independencia sino heteronomía. Así, el contenido de la democracia es en apariencia reforzado por muchas y múltiples imágenes, pero a la vez, es des-sustancializado y vaciado por la futilidad de sus contenidos.

La televisión condiciona además el proceso electoral en múltiples formas que van desde la selección de los candidatos y las formas que adquiere la contienda electoral hasta las posibilidades de triunfo de un determinado aspirante. En el próximo apartado veremos cómo este gobierno de la imagen influye a los partidos políticos. Por ahora, fijaremos la atención en los efectos electorales de los sondeos de opinión. Como bien señala Sartori, la mayoría de las opiniones recogidas por los sondeos es débil, pues no expresa opiniones profundas ni realmente sentidas; volátil, pues puede cambiar en cuestión de días u horas; inventada, pues muchas veces el entrevistado responde lo primero que se le viene a la cabeza; y suele reflejar lo que es previamente transmitido por los medios de comunicación. Visto a lo anterior, la medición de la opinión publica por la vía de los sondeos de opinión deja mucho que pensar, incluso haciendo caso omiso del nivel de pre-formación que pueda tener la televisión, y atendiendo exclusivamente a cuestiones metodológicas como el tipo de preguntas y la forma de recavar la información. De esta manera,

los sondeos no son instrumentos de demo- poder- un instrumento que revela la vox populi, sino sobre todo una expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo, y su influencia bloquea frecuentemente desiciones útiles y necesarias, o bien lleva a tomar decisiones equivocadas sostenidas por simples rumores, por opiniones débiles, deformadas, manipuladas, e incluso desinformadas. (Sartori: 1998, 76)

El tercer nivel de injerencia de los medios televisivos afecta la forma general de hacer política, la buena política, aun cuando secularmente las nociones de bueno y político nos resulten inasibles en forma conjunta. Se trata de la influencia de los medios en la configuración de los partidos políticos, la forma de tomar desiciones por parte de los gobiernos y los márgenes de maniobrabilidad de los ciudadanos.

Friday, August 03, 2007

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN AMERICA LATINA. Entrevista con el sociólogo argentino César E. Peón.


Por Gina Paola Rodríguez

P/ Qué papel juega la globalización en la configuración de los nuevos movimientos sociales?

CP/ Bueno, hay un desplazamiento importante que tiene que ver con el agente del cambio social. En el caso de los antiguos movimientos obreros, el cambio social estaba encarnado en el proletariado, por lo que la solución de las contradicciones sociales descansaba en esta clase. Se trataba de una etapa inscrita en el doble juego de la lucha por el mejoramiento de las condiciones laborales (salarios, jornadas de trabajo, derechos sindicales, etc.) y por la construcción de la ciudadanía (por la inclusión en el censo ciudadano) en la que el Estado (nacional) era un interlocutor privilegiado.
Con la globalización en cambio, la cuestión se da más a nivel sistémico, como lo señala Luhmann. Si un agregado social, reclama por los efectos del cambio climático, por ejemplo, es evidente que la solución de sus demandas ya no pasa por el Estado nacional, sino que es una cuestión que sólo puede resolverse a nivel planetario como se puede observar cuando se denuncia que EEUU se niega a refrendar el Protocolo Ambiental de Kyoto.
Esto tiene una injerencia directa en la duración de una demanda y por lo mismo, en la permanencia de un movimiento. Cuánto dure un reclamo entra a depender de la capacidad de ruido que se haga dentro del sistema, de la capacidad de respuesta de este y de que los reclamantes no diluyan sus demandas.

P/ En los últimos quince años parece haber un resurgimiento de la movilización social en América Latina. Cuáles de estos movimientos conoce usted y cuáles le parecen más importantes?

CP/ Las grandes transformaciones sociales en estos países han estado relacionadas sin duda con los movimientos campesinos. Este es un tema poco estudiado, pero si uno ve por ejemplo el estudio del antropólogo Eric Wolf, se encuentra con que el papel jugado por el campesinado en todas las Revoluciones del Siglo Veinte (si mal no recuerdo así se llama su libro, editado por Siglo Veintiuno) es fundamental
En las revoluciones rusa, mexicana, china, argelina, cubana, vietnamita, boliviana, nicaragüense, etc., se destaca la presencia del campesinado.
En todos estos casos la relevancia tiene que ver con las transformaciones operadas en la propiedad de la tierra y en la modernización de la estructura agraria.
También están los grandes movimientos urbanos, movimientos obreros en zonas industriales de nuestros países que, a diferencia de los europeos no contaron con una estructura acabada debido justamente a lo precario de nuestro desarrollo industrial. Es el caso de los movimientos en Sao Pablo (Brasil) y en Córdoba (Argentina).

P/ Dentro de la ola reciente de movimientos urbanos, parece haber toda una corriente de espontaneísmo auspiciada por el Internet y las nuevas tecnologías de comunicación. Se me ocurre el caso de esta ola de sittings convocados vía e- mail que vienen ocurriendo en Nueva York y Seattle. Será ésta una tendencia a futuro de los movimientos sociales?, es decir, puede ser que dados los adelantos en las tecnologías de información se llegue a una organización aún más informal y espontánea de la protesta social que de algún modo haga de los movimientos sociales una figura en desuso?

CP/ El Internet ha mostrado ser un medio eficaz para convocar a las manifestaciones. Aún no sabemos hasta dónde puedan llegar estas tecnologías, sin duda son importantes en la movilización de la sociedad civil. A mi por ejemplo me llegó un correo electrónico en el que se instaba a apagar la luz el 11 de agosto durante 7 minutos (entre las 19:53 y las 20:00 hs.) en señal de protesta por el calentamiento global y para demostrar que el ahorro de energía es factible. Aquí hay que pensar que si bien el mensaje se ha distribuido masivamente, el número de usuarios de Internet a nivel global aun no es lo suficientemente alto por lo que, el grado de efectividad de esta convocatoria se vuelve relativo.
Hay un segundo aspecto a tener en cuenta y es considerar si los Estados permitirán mantener la circulación libre de esta información. Como se vio en el caso de la URSS antes de la caída del muro de Berlín, y actualmente en Chinal, Cuba y países musulmanes, el control del acceso a las tecnología informáticas, los sistemas de fotocopiado, el uso de Internet, etc., es un asunto considerado en relación con la seguridad del estado y el control del poder por parte de las nomenclaturas políticas que operan como oligarquías, en el sentido más tradicional del término.
También hay que destacar que los gobiernos occidentales y democráticos se sienten incómodos en ante esta situación y hacen permanentes intentos de expandir su control. Por ahora, los límites los pone con eficacia la misma sociedad civil, como pudo verse cuando Bush intentó avanzar en el control de la información pública después del atentado a las Torres Gemelas.

La nueva izquierda latinoamericana?


P/ Volviendo al caso latinoamericano, parece haber una tendencia a relacionar la explosión reciente de movimientos sociales contrarios a las políticas neoliberales con la emergencia de una nueva izquierda en el subcontinente. Se aglutinan en el mismo saco el zapatismo mexicano, los Sin tierra del Brasil, los piqueteros de la Argentina y los indígenas de Bolivia y Ecuador. Qué piensa al respecto?

CP/ La izquierda perdió el sujeto de la historia y lo busca en cada nuevo movimiento social.
Sigue pretendiendo que en cada una de estas manifestaciones se halla el nuevo sujeto histórico de cambio. Esta no es, sin embargo, una actitud novedosa, ya le había pasado por ejemplo a Marcuse con mayo del 68 y el movimiento estudiantil en el que creyó encontrar a la vanguardia de la resistencia contra lo que él llamaba la sociedad postindustrial y su secuela necesaria: “el hombre unidimensional”.
Aquí aparece nuevamente el problema de la persistencia de los movimientos en el tiempo, pareciera que ésta depende de pasar de la espontaneidad a la estructuración formal. En el caso de los antiguos movimientos obreros había un trayecto regular consistente en la identificación de necesidades, la toma de conciencia esas necesidades y el establecimiento de formas de organización sindicales y políticas que lleven adelante la lucha por satisfacerlas, en fin lo que llamaba un proceso de estructuración de clase que remataba en la formación del partido político de la clase, partido encargado de expresar a la clase en el plano de la lucha por el poder del estado para transformar la sociedad.
Ahora bien, hay que reconocer que muchos de los partidos obreros fracasaron a la hora de cumplir con este mandato (más teórico que real) y no pasaron de expresar demandas sociales en contextos reformistas articulando programas pluriclasistas que suelen identificarse como “socialdemócratas”.
Finalmente, a medida que se hace más evidente la pérdida de peso social y presencia política de la clase obrera, la pérdida de la “centralidad” proletaria como acertadamente lo definió alguno, los partidos obreros quedan reducidos a grupúsculos sectarios sin arraigo social.

P/ Qué particularidades tendrían entonces los nuevos movimientos sociales, o qué síntomas estructurales reflejan?

CP/ Los nuevos movimientos reflejan, en primer lugar, la crisis del Estado de Bienestar revelando los problemas que quedan vacantes frente al abandono de las funciones clásicas del estado de bienestar.
En muchos países, la Argentina con el peronismo por ejemplo, el populismo se adelantó a resolver las demandas sociales antes que la sociedad se organizara y emergieran amplios movimientos de reclamo.
Recientemente, las demandas de bienestar social: jubilación, la salud pública, educación pública cada vez más prolongada, seguridad, servicios urbanos, etc. han hecho que el Estado se encuentre desbordado en el medio de una crisis fiscal y con el agravante del peso relativo que ahora le plantea una población crecientemente envejecida por la prolongación de la esperanza de vida.
Hoy los movimientos sociales ponen en la agenda del Estado una serie de cuestiones que no serían atendidas a menos que los involucrados no las hagan socialmente visibles.
Hay otro punto a resaltar y es el impacto que tienen los movimientos sociales sobre la cultura democrática y la participación. Sin duda los movimientos enseñan a la gente a participar. Hay un cierto mandato de las viejas oligarquías latinoamericanas que dice que primero hay que educar al pueblo y después otorgarle los derechos civiles.
José Nun (sociólogo y actualmente Secretario de Cultura de la Nación ) ha escrito mucho sobre “democracia participativa” y uso la imagen de que para aprender a nadar no basta con recibir instrucciones al borde de la piscina, siempre hay que afrontar la prueba del agua.
Lo que se ve, en este punto, es que hay una tensión entre representación y participación, lo que hacen los movimientos sociales es crear espacios de participación cancelando la mediación de la política. Se quedan cara a cara con el Estado, o con los Bancos como pasó en Argentina durante la crisis del 2001.
En ese entonces la gente se reunía en las plazas y tenía asambleas como medios para movilizar ideas, coordinar acciones y acordar consignas.
Esta dinámica sin embargo se fue desgastando a medida que se encontraban salidas parciales a la crisis y, también en gran parte, porque no faltaba el viejo militante de izquierda que encontraba una tribuna para desempolvar su viejo discurso “revolucionario” y fue hastiando al auditorio con propuestas inviables y consigas irreales.
Pero me parece que el desgaste del asambleísmo se dio fundamentalmente porque paulatinamente se fue “normalizando” la situación junto con el hecho de que aparecieron soluciones de compromiso que iban permitiendo sortear los momentos más duros de la crisis, así se encontraron nuevas formas de economía como el trueque. Por ejemplo, una parienta mía pagó los servicios profesionales de su dentista con tortas y empanadas.
Después aparecieron los vales que llegaron a cotizarse en una especie de mercado negro y fueron objeto de especulación como cualquier otra moneda.
Estas son las cosas que tienen los movimientos coyunturales que no logran institucionalizarse y desaparecen o bien cuando la demanda es satisfecha o bien cuando esta es diluida o repensada por los miembros del movimiento. Pensemos en el caso de las pasteras de Gualeguaychú, aquí se ve cómo las demandas van modelándose, cambiando de tono y matizándose a medida que se presentan los contraejemplos y se incorporan otros intereses a la discusión.

P/ En qué radicaría entonces el éxito de un movimiento social?

CP/ Bueno, existen dos posibilidades. Un movimiento puede ser exitoso o bien cuando satisface sus demandas o bien cuando logra institucionalizarse y mantener su presencia en la política, conformando un partido por ejemplo, o articulándose al programa político de alguno existente.
Fijémonos en el caso de la Revolución mexicana donde un movimiento amplísimo y muy complejo terminó organizándose como partido (Partido Revolucionario Institucional: PRI) y dominando la política nacional durante más de setenta años. Hoy por supuesto hay un desencanto frente a este partido por todo lo que ha sido su historia post- revolucionaria. Lo importante es que la gente está aprendiendo que la democracia no le puede satisfacer todas las necesidades. No es como decía Alfonsín que con la democracia se come, se cura y se estudia. La democracia es ante todo un método de procesamiento del todo conflicto social y un instrumento para regular la participación amplia en los procesos de toma de decisiones sobre asuntos públicos. Es un método especialmente idóneo para aplicar en el campo de la política. Cuando lo traslado a otros ámbitos corro el peligro de desvirtuarlo.

El futuro de los movimientos


P/ Como ve ud el futuro de los movimientos sociales en la región?

CP/ Si los movimientos surgen por déficit del Estado o por las crisis políticas y económicas, el pronóstico es que van a seguir existiendo y que nos van a seguir sorprendiendo. El problema está en la forma en que se institucionalizan, en cómo se estructuran.
Un factor importante a considerar es el papel jugado por la televisión y los medios de comunicación en general. No hay demanda social si esta no se expresa por los medios de comunicación, y estos a su vez no mantienen el tema por demasiado tiempo. En este orden de ideas, cada movimiento tendria sus 15 minutos de fama. Habrá otros que tengan más persistencia. Puede ser el caso de los movimientos de familiares de desaparecidos en la Argentina, de las víctimas de la represión policial, de la Embajada de Israel, de la AMIA, de Cromagnon, etc. En general movimientos que no se dejarán cooptar ni involucrar en prácticas clientelares.

P/ Cómo quedan en medio de todo esto los movimientos de indígenas?

CP/ Los antropólogos dicen que la identidad indígena es estratégica, esto es, que las personas se articulan a ellos si encuentra alguna ventaja. En la provincia de Neuquén por ejemplo muchas personas empezaron a buscar abuelos mapuches cuando el gobierno anunció créditos y reparto de viviendas para esta comunidad. En general, la identidad étnica es muy difícil de manejar y tiene, como diría Laclau, un efecto interpelador a nivel ideológico, tal como ocurría con la arenga de Marx en el Manifiesto: “proletarios del mundo uníos”.

P/ Esta reflexión sobre los indígenas y los medios de comunicación me lleva a preguntarle por la relación entre los actuales movimientos sociales y su inserción en la economía de mercado. Esto es, por cómo los íconos de estos movimientos hacen uso de una estrategia de marketing en el momento de difusión de su mensaje. Miremos por ejemplo el caso del subcomandante Marcos, un ícono del zapatismo que ya aparece en afiches y camisetas y que tiene cerca de 18 mil registros en google. Cómo observa ud este fenómeno?

CP/ La moderna sociedad capitalista, ya sea porque es una sociedad mercantil o ya sea porque es una sociedad de masas, o más bien por las dos cosas…
Tiende a apropiase de los movimientos sociales, los mercantiliza y los reinscribe en su lógica productos comercial. Esto se potencia en la actual economía de servicios en la cual las empresas culturales ocupan un lugar preponderante. La producción y venta del ámbito simbólico entonces es una actividad más que esperable. Todo puede convertirse en una empresa cultural. Un ejemplo claro es lo que sucedió con el movimiento hippie, que lo tenía todo para construir una sociedad paralela (a la manera de los Menonitas) y no necesitaba del contacto global para subsistir y sin embargo en el momento del comercio simbólico terminó siendo cooptado.

En últimas lo que ha de rescatarse de cada movimiento social para considerarlo exitoso es la satisfacción de una demanda concreta. Es en la lucha por la satisfacción de sus demandas cuando la gente se encuentra con la política, cuando le pierde el miedo y el respeto a la política. Esto porque la restauración después del cambio es una amenaza real y si los demandantes movilizados se desarticulan y disipan es muy probable que el cambio sea revertido.
De ahí que los movimientos sociales que hacen historia sean los que se transforman en organizaciones con presencia política y permanecen representados en la lucha por el poder.

Wednesday, August 01, 2007

CARIBE BOGOTANO


Por Gina Paola Rodríguez

Macondo era una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. José Arcadio Buendía […] había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus trescientos habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto.”

Gabriel García Márquez.
Cien Años de Soledad.
Tras la publicación de la obra garciamarquiana, la idea de que Macondo es la versión miniatura de la nación colombiana ha hecho carrera. Esta no es en absoluto una concepción descabellada, al menos para aquellos a quienes nos invade el imaginario de una Colombia en la que lo maravilloso convive con lo cotidiano. Un país de sensuales mujeres donde las playas bañadas de un mar azul hacen juego con montañas de picos nevados que se elevan majestuosas entre un paisaje de verdes colores y climas de ensueño. La misma imagen que mantenía en mi mente y que añoraba ver de nuevo durante los días fríos de Buenos Aires. Qué ingrata actitud aquella que nos avoca a descubrir la grandeza de lo propio solo cuando lo sabemos ausente. Cuánto logra descubrirse en el extranjero acerca de esa comunidad imaginada que llamamos Colombia y cuán plácido resulta reencontrarse con aquella fantasía después de hallarse lejos.

El reencuentro con mi “Caribe bogotano”, expresión que puede resultar paradójica e incluso insultante para los nativos del verdadero Caribe, ha estado marcado por las más variadas situaciones. Me he dado cita con las calles destapadas y el tráfico infernal de mi ciudad, con el cielo gris y los chubascos “espantabobos” en horas de la tarde. Con la ineficiencia de las obras públicas y el silencio forzado de los vecinos afectados que optaron por callar ante las amenazas de los paramilitares dueños de la concesión. No obstante, permanece el afecto irrenunciable hacia esa ciudad resguardada por las montañas en las que es posible encontrar pedacitos de ese gran collage que llamamos Colombia. Y a la vez, se descubre un cándido amor hacia todo aquello que otrora me resultara desagradable: pasear por transmilenio aún a sabiendas de su origen elitista, corrupto y excluyente, recorrer las calles llenas de ventas ambulantes, música estridente y payasos con megáfono invitando a la compra. Cómo se despiertan los sentidos desde antes del aterrizaje, viendo las montañas tricolor y las vaquitas pastando, oliendo el café valdez del aeropuerto, escuchando de nuevo el acento nativo que tanto seduce en otras latitudes. Qué ganas de indagar en los rostros de los coetáneos, de refugiarse en sus miradas, de sentirse parte de ese cuerpo amorfo, disfuncional y contradictorio que llamamos patria. …

Nada ha cambiado aquí. A diferencia de Macondo, la gente en Colombia muere a diario. Apenas ayer se conoció la noticia de la absurda masacre de 11 diputados del departamento del Valle secuestrados por las FARC hace más de cinco años. Mientras tanto, nuestro caudillo de turno continúa en sus actividades apátridas a la vez que se desgarra las vestiduras por el lamentable asesinato. Los detalles finales para la firma del TLC con Estados Unidos están por ser aprobados por nuestro célebre Congreso de la Republica ante la vista inerme de la ciudadanía. La pobreza en las calles se observa cada vez con más fuerza, hasta el punto de incorporarse en el paisaje urbano. De dónde proviene tal afecto hacia un país que pareciera desgarrarse a diario? Este amor floreciente no es tanto el producto de 26 años de convivencia ininterrumpida, como el resultado de tres meses de agónica ausencia. Una paradójica condición para quien hace poco renegaba de los sentimientos nacionalistas por considerarlos una fútil veleidad burguesa con fines de dominación, pero que encuentra su asidero no en el obrar de una clase política históricamente parasitaria, ni en la barbarie de unos grupos armados desideologizados y caníbales; sino en el sabor a guayaba, aguardiente y lulo, en el quiebre de cadera de los nativos, en el tumbao y la malicia indígena que nos caracterizan… en esa Colombia macondiana, alegre y festiva que es en últimas aquella que inventamos cuando estamos aquí y que anhelamos cuando nos vemos fuera….

Espero volver a con esa imagen y no perderla nunca de vista, e iniciar un romance similar con Buenos Aires. A esos buenos deseos espero dedicar una segunda entrega…