Friday, August 03, 2007

La nueva izquierda latinoamericana?


P/ Volviendo al caso latinoamericano, parece haber una tendencia a relacionar la explosión reciente de movimientos sociales contrarios a las políticas neoliberales con la emergencia de una nueva izquierda en el subcontinente. Se aglutinan en el mismo saco el zapatismo mexicano, los Sin tierra del Brasil, los piqueteros de la Argentina y los indígenas de Bolivia y Ecuador. Qué piensa al respecto?

CP/ La izquierda perdió el sujeto de la historia y lo busca en cada nuevo movimiento social.
Sigue pretendiendo que en cada una de estas manifestaciones se halla el nuevo sujeto histórico de cambio. Esta no es, sin embargo, una actitud novedosa, ya le había pasado por ejemplo a Marcuse con mayo del 68 y el movimiento estudiantil en el que creyó encontrar a la vanguardia de la resistencia contra lo que él llamaba la sociedad postindustrial y su secuela necesaria: “el hombre unidimensional”.
Aquí aparece nuevamente el problema de la persistencia de los movimientos en el tiempo, pareciera que ésta depende de pasar de la espontaneidad a la estructuración formal. En el caso de los antiguos movimientos obreros había un trayecto regular consistente en la identificación de necesidades, la toma de conciencia esas necesidades y el establecimiento de formas de organización sindicales y políticas que lleven adelante la lucha por satisfacerlas, en fin lo que llamaba un proceso de estructuración de clase que remataba en la formación del partido político de la clase, partido encargado de expresar a la clase en el plano de la lucha por el poder del estado para transformar la sociedad.
Ahora bien, hay que reconocer que muchos de los partidos obreros fracasaron a la hora de cumplir con este mandato (más teórico que real) y no pasaron de expresar demandas sociales en contextos reformistas articulando programas pluriclasistas que suelen identificarse como “socialdemócratas”.
Finalmente, a medida que se hace más evidente la pérdida de peso social y presencia política de la clase obrera, la pérdida de la “centralidad” proletaria como acertadamente lo definió alguno, los partidos obreros quedan reducidos a grupúsculos sectarios sin arraigo social.

P/ Qué particularidades tendrían entonces los nuevos movimientos sociales, o qué síntomas estructurales reflejan?

CP/ Los nuevos movimientos reflejan, en primer lugar, la crisis del Estado de Bienestar revelando los problemas que quedan vacantes frente al abandono de las funciones clásicas del estado de bienestar.
En muchos países, la Argentina con el peronismo por ejemplo, el populismo se adelantó a resolver las demandas sociales antes que la sociedad se organizara y emergieran amplios movimientos de reclamo.
Recientemente, las demandas de bienestar social: jubilación, la salud pública, educación pública cada vez más prolongada, seguridad, servicios urbanos, etc. han hecho que el Estado se encuentre desbordado en el medio de una crisis fiscal y con el agravante del peso relativo que ahora le plantea una población crecientemente envejecida por la prolongación de la esperanza de vida.
Hoy los movimientos sociales ponen en la agenda del Estado una serie de cuestiones que no serían atendidas a menos que los involucrados no las hagan socialmente visibles.
Hay otro punto a resaltar y es el impacto que tienen los movimientos sociales sobre la cultura democrática y la participación. Sin duda los movimientos enseñan a la gente a participar. Hay un cierto mandato de las viejas oligarquías latinoamericanas que dice que primero hay que educar al pueblo y después otorgarle los derechos civiles.
José Nun (sociólogo y actualmente Secretario de Cultura de la Nación ) ha escrito mucho sobre “democracia participativa” y uso la imagen de que para aprender a nadar no basta con recibir instrucciones al borde de la piscina, siempre hay que afrontar la prueba del agua.
Lo que se ve, en este punto, es que hay una tensión entre representación y participación, lo que hacen los movimientos sociales es crear espacios de participación cancelando la mediación de la política. Se quedan cara a cara con el Estado, o con los Bancos como pasó en Argentina durante la crisis del 2001.
En ese entonces la gente se reunía en las plazas y tenía asambleas como medios para movilizar ideas, coordinar acciones y acordar consignas.
Esta dinámica sin embargo se fue desgastando a medida que se encontraban salidas parciales a la crisis y, también en gran parte, porque no faltaba el viejo militante de izquierda que encontraba una tribuna para desempolvar su viejo discurso “revolucionario” y fue hastiando al auditorio con propuestas inviables y consigas irreales.
Pero me parece que el desgaste del asambleísmo se dio fundamentalmente porque paulatinamente se fue “normalizando” la situación junto con el hecho de que aparecieron soluciones de compromiso que iban permitiendo sortear los momentos más duros de la crisis, así se encontraron nuevas formas de economía como el trueque. Por ejemplo, una parienta mía pagó los servicios profesionales de su dentista con tortas y empanadas.
Después aparecieron los vales que llegaron a cotizarse en una especie de mercado negro y fueron objeto de especulación como cualquier otra moneda.
Estas son las cosas que tienen los movimientos coyunturales que no logran institucionalizarse y desaparecen o bien cuando la demanda es satisfecha o bien cuando esta es diluida o repensada por los miembros del movimiento. Pensemos en el caso de las pasteras de Gualeguaychú, aquí se ve cómo las demandas van modelándose, cambiando de tono y matizándose a medida que se presentan los contraejemplos y se incorporan otros intereses a la discusión.

P/ En qué radicaría entonces el éxito de un movimiento social?

CP/ Bueno, existen dos posibilidades. Un movimiento puede ser exitoso o bien cuando satisface sus demandas o bien cuando logra institucionalizarse y mantener su presencia en la política, conformando un partido por ejemplo, o articulándose al programa político de alguno existente.
Fijémonos en el caso de la Revolución mexicana donde un movimiento amplísimo y muy complejo terminó organizándose como partido (Partido Revolucionario Institucional: PRI) y dominando la política nacional durante más de setenta años. Hoy por supuesto hay un desencanto frente a este partido por todo lo que ha sido su historia post- revolucionaria. Lo importante es que la gente está aprendiendo que la democracia no le puede satisfacer todas las necesidades. No es como decía Alfonsín que con la democracia se come, se cura y se estudia. La democracia es ante todo un método de procesamiento del todo conflicto social y un instrumento para regular la participación amplia en los procesos de toma de decisiones sobre asuntos públicos. Es un método especialmente idóneo para aplicar en el campo de la política. Cuando lo traslado a otros ámbitos corro el peligro de desvirtuarlo.