Friday, August 03, 2007

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN AMERICA LATINA. Entrevista con el sociólogo argentino César E. Peón.


Por Gina Paola Rodríguez

P/ Qué papel juega la globalización en la configuración de los nuevos movimientos sociales?

CP/ Bueno, hay un desplazamiento importante que tiene que ver con el agente del cambio social. En el caso de los antiguos movimientos obreros, el cambio social estaba encarnado en el proletariado, por lo que la solución de las contradicciones sociales descansaba en esta clase. Se trataba de una etapa inscrita en el doble juego de la lucha por el mejoramiento de las condiciones laborales (salarios, jornadas de trabajo, derechos sindicales, etc.) y por la construcción de la ciudadanía (por la inclusión en el censo ciudadano) en la que el Estado (nacional) era un interlocutor privilegiado.
Con la globalización en cambio, la cuestión se da más a nivel sistémico, como lo señala Luhmann. Si un agregado social, reclama por los efectos del cambio climático, por ejemplo, es evidente que la solución de sus demandas ya no pasa por el Estado nacional, sino que es una cuestión que sólo puede resolverse a nivel planetario como se puede observar cuando se denuncia que EEUU se niega a refrendar el Protocolo Ambiental de Kyoto.
Esto tiene una injerencia directa en la duración de una demanda y por lo mismo, en la permanencia de un movimiento. Cuánto dure un reclamo entra a depender de la capacidad de ruido que se haga dentro del sistema, de la capacidad de respuesta de este y de que los reclamantes no diluyan sus demandas.

P/ En los últimos quince años parece haber un resurgimiento de la movilización social en América Latina. Cuáles de estos movimientos conoce usted y cuáles le parecen más importantes?

CP/ Las grandes transformaciones sociales en estos países han estado relacionadas sin duda con los movimientos campesinos. Este es un tema poco estudiado, pero si uno ve por ejemplo el estudio del antropólogo Eric Wolf, se encuentra con que el papel jugado por el campesinado en todas las Revoluciones del Siglo Veinte (si mal no recuerdo así se llama su libro, editado por Siglo Veintiuno) es fundamental
En las revoluciones rusa, mexicana, china, argelina, cubana, vietnamita, boliviana, nicaragüense, etc., se destaca la presencia del campesinado.
En todos estos casos la relevancia tiene que ver con las transformaciones operadas en la propiedad de la tierra y en la modernización de la estructura agraria.
También están los grandes movimientos urbanos, movimientos obreros en zonas industriales de nuestros países que, a diferencia de los europeos no contaron con una estructura acabada debido justamente a lo precario de nuestro desarrollo industrial. Es el caso de los movimientos en Sao Pablo (Brasil) y en Córdoba (Argentina).

P/ Dentro de la ola reciente de movimientos urbanos, parece haber toda una corriente de espontaneísmo auspiciada por el Internet y las nuevas tecnologías de comunicación. Se me ocurre el caso de esta ola de sittings convocados vía e- mail que vienen ocurriendo en Nueva York y Seattle. Será ésta una tendencia a futuro de los movimientos sociales?, es decir, puede ser que dados los adelantos en las tecnologías de información se llegue a una organización aún más informal y espontánea de la protesta social que de algún modo haga de los movimientos sociales una figura en desuso?

CP/ El Internet ha mostrado ser un medio eficaz para convocar a las manifestaciones. Aún no sabemos hasta dónde puedan llegar estas tecnologías, sin duda son importantes en la movilización de la sociedad civil. A mi por ejemplo me llegó un correo electrónico en el que se instaba a apagar la luz el 11 de agosto durante 7 minutos (entre las 19:53 y las 20:00 hs.) en señal de protesta por el calentamiento global y para demostrar que el ahorro de energía es factible. Aquí hay que pensar que si bien el mensaje se ha distribuido masivamente, el número de usuarios de Internet a nivel global aun no es lo suficientemente alto por lo que, el grado de efectividad de esta convocatoria se vuelve relativo.
Hay un segundo aspecto a tener en cuenta y es considerar si los Estados permitirán mantener la circulación libre de esta información. Como se vio en el caso de la URSS antes de la caída del muro de Berlín, y actualmente en Chinal, Cuba y países musulmanes, el control del acceso a las tecnología informáticas, los sistemas de fotocopiado, el uso de Internet, etc., es un asunto considerado en relación con la seguridad del estado y el control del poder por parte de las nomenclaturas políticas que operan como oligarquías, en el sentido más tradicional del término.
También hay que destacar que los gobiernos occidentales y democráticos se sienten incómodos en ante esta situación y hacen permanentes intentos de expandir su control. Por ahora, los límites los pone con eficacia la misma sociedad civil, como pudo verse cuando Bush intentó avanzar en el control de la información pública después del atentado a las Torres Gemelas.

La nueva izquierda latinoamericana?


P/ Volviendo al caso latinoamericano, parece haber una tendencia a relacionar la explosión reciente de movimientos sociales contrarios a las políticas neoliberales con la emergencia de una nueva izquierda en el subcontinente. Se aglutinan en el mismo saco el zapatismo mexicano, los Sin tierra del Brasil, los piqueteros de la Argentina y los indígenas de Bolivia y Ecuador. Qué piensa al respecto?

CP/ La izquierda perdió el sujeto de la historia y lo busca en cada nuevo movimiento social.
Sigue pretendiendo que en cada una de estas manifestaciones se halla el nuevo sujeto histórico de cambio. Esta no es, sin embargo, una actitud novedosa, ya le había pasado por ejemplo a Marcuse con mayo del 68 y el movimiento estudiantil en el que creyó encontrar a la vanguardia de la resistencia contra lo que él llamaba la sociedad postindustrial y su secuela necesaria: “el hombre unidimensional”.
Aquí aparece nuevamente el problema de la persistencia de los movimientos en el tiempo, pareciera que ésta depende de pasar de la espontaneidad a la estructuración formal. En el caso de los antiguos movimientos obreros había un trayecto regular consistente en la identificación de necesidades, la toma de conciencia esas necesidades y el establecimiento de formas de organización sindicales y políticas que lleven adelante la lucha por satisfacerlas, en fin lo que llamaba un proceso de estructuración de clase que remataba en la formación del partido político de la clase, partido encargado de expresar a la clase en el plano de la lucha por el poder del estado para transformar la sociedad.
Ahora bien, hay que reconocer que muchos de los partidos obreros fracasaron a la hora de cumplir con este mandato (más teórico que real) y no pasaron de expresar demandas sociales en contextos reformistas articulando programas pluriclasistas que suelen identificarse como “socialdemócratas”.
Finalmente, a medida que se hace más evidente la pérdida de peso social y presencia política de la clase obrera, la pérdida de la “centralidad” proletaria como acertadamente lo definió alguno, los partidos obreros quedan reducidos a grupúsculos sectarios sin arraigo social.

P/ Qué particularidades tendrían entonces los nuevos movimientos sociales, o qué síntomas estructurales reflejan?

CP/ Los nuevos movimientos reflejan, en primer lugar, la crisis del Estado de Bienestar revelando los problemas que quedan vacantes frente al abandono de las funciones clásicas del estado de bienestar.
En muchos países, la Argentina con el peronismo por ejemplo, el populismo se adelantó a resolver las demandas sociales antes que la sociedad se organizara y emergieran amplios movimientos de reclamo.
Recientemente, las demandas de bienestar social: jubilación, la salud pública, educación pública cada vez más prolongada, seguridad, servicios urbanos, etc. han hecho que el Estado se encuentre desbordado en el medio de una crisis fiscal y con el agravante del peso relativo que ahora le plantea una población crecientemente envejecida por la prolongación de la esperanza de vida.
Hoy los movimientos sociales ponen en la agenda del Estado una serie de cuestiones que no serían atendidas a menos que los involucrados no las hagan socialmente visibles.
Hay otro punto a resaltar y es el impacto que tienen los movimientos sociales sobre la cultura democrática y la participación. Sin duda los movimientos enseñan a la gente a participar. Hay un cierto mandato de las viejas oligarquías latinoamericanas que dice que primero hay que educar al pueblo y después otorgarle los derechos civiles.
José Nun (sociólogo y actualmente Secretario de Cultura de la Nación ) ha escrito mucho sobre “democracia participativa” y uso la imagen de que para aprender a nadar no basta con recibir instrucciones al borde de la piscina, siempre hay que afrontar la prueba del agua.
Lo que se ve, en este punto, es que hay una tensión entre representación y participación, lo que hacen los movimientos sociales es crear espacios de participación cancelando la mediación de la política. Se quedan cara a cara con el Estado, o con los Bancos como pasó en Argentina durante la crisis del 2001.
En ese entonces la gente se reunía en las plazas y tenía asambleas como medios para movilizar ideas, coordinar acciones y acordar consignas.
Esta dinámica sin embargo se fue desgastando a medida que se encontraban salidas parciales a la crisis y, también en gran parte, porque no faltaba el viejo militante de izquierda que encontraba una tribuna para desempolvar su viejo discurso “revolucionario” y fue hastiando al auditorio con propuestas inviables y consigas irreales.
Pero me parece que el desgaste del asambleísmo se dio fundamentalmente porque paulatinamente se fue “normalizando” la situación junto con el hecho de que aparecieron soluciones de compromiso que iban permitiendo sortear los momentos más duros de la crisis, así se encontraron nuevas formas de economía como el trueque. Por ejemplo, una parienta mía pagó los servicios profesionales de su dentista con tortas y empanadas.
Después aparecieron los vales que llegaron a cotizarse en una especie de mercado negro y fueron objeto de especulación como cualquier otra moneda.
Estas son las cosas que tienen los movimientos coyunturales que no logran institucionalizarse y desaparecen o bien cuando la demanda es satisfecha o bien cuando esta es diluida o repensada por los miembros del movimiento. Pensemos en el caso de las pasteras de Gualeguaychú, aquí se ve cómo las demandas van modelándose, cambiando de tono y matizándose a medida que se presentan los contraejemplos y se incorporan otros intereses a la discusión.

P/ En qué radicaría entonces el éxito de un movimiento social?

CP/ Bueno, existen dos posibilidades. Un movimiento puede ser exitoso o bien cuando satisface sus demandas o bien cuando logra institucionalizarse y mantener su presencia en la política, conformando un partido por ejemplo, o articulándose al programa político de alguno existente.
Fijémonos en el caso de la Revolución mexicana donde un movimiento amplísimo y muy complejo terminó organizándose como partido (Partido Revolucionario Institucional: PRI) y dominando la política nacional durante más de setenta años. Hoy por supuesto hay un desencanto frente a este partido por todo lo que ha sido su historia post- revolucionaria. Lo importante es que la gente está aprendiendo que la democracia no le puede satisfacer todas las necesidades. No es como decía Alfonsín que con la democracia se come, se cura y se estudia. La democracia es ante todo un método de procesamiento del todo conflicto social y un instrumento para regular la participación amplia en los procesos de toma de decisiones sobre asuntos públicos. Es un método especialmente idóneo para aplicar en el campo de la política. Cuando lo traslado a otros ámbitos corro el peligro de desvirtuarlo.

El futuro de los movimientos


P/ Como ve ud el futuro de los movimientos sociales en la región?

CP/ Si los movimientos surgen por déficit del Estado o por las crisis políticas y económicas, el pronóstico es que van a seguir existiendo y que nos van a seguir sorprendiendo. El problema está en la forma en que se institucionalizan, en cómo se estructuran.
Un factor importante a considerar es el papel jugado por la televisión y los medios de comunicación en general. No hay demanda social si esta no se expresa por los medios de comunicación, y estos a su vez no mantienen el tema por demasiado tiempo. En este orden de ideas, cada movimiento tendria sus 15 minutos de fama. Habrá otros que tengan más persistencia. Puede ser el caso de los movimientos de familiares de desaparecidos en la Argentina, de las víctimas de la represión policial, de la Embajada de Israel, de la AMIA, de Cromagnon, etc. En general movimientos que no se dejarán cooptar ni involucrar en prácticas clientelares.

P/ Cómo quedan en medio de todo esto los movimientos de indígenas?

CP/ Los antropólogos dicen que la identidad indígena es estratégica, esto es, que las personas se articulan a ellos si encuentra alguna ventaja. En la provincia de Neuquén por ejemplo muchas personas empezaron a buscar abuelos mapuches cuando el gobierno anunció créditos y reparto de viviendas para esta comunidad. En general, la identidad étnica es muy difícil de manejar y tiene, como diría Laclau, un efecto interpelador a nivel ideológico, tal como ocurría con la arenga de Marx en el Manifiesto: “proletarios del mundo uníos”.

P/ Esta reflexión sobre los indígenas y los medios de comunicación me lleva a preguntarle por la relación entre los actuales movimientos sociales y su inserción en la economía de mercado. Esto es, por cómo los íconos de estos movimientos hacen uso de una estrategia de marketing en el momento de difusión de su mensaje. Miremos por ejemplo el caso del subcomandante Marcos, un ícono del zapatismo que ya aparece en afiches y camisetas y que tiene cerca de 18 mil registros en google. Cómo observa ud este fenómeno?

CP/ La moderna sociedad capitalista, ya sea porque es una sociedad mercantil o ya sea porque es una sociedad de masas, o más bien por las dos cosas…
Tiende a apropiase de los movimientos sociales, los mercantiliza y los reinscribe en su lógica productos comercial. Esto se potencia en la actual economía de servicios en la cual las empresas culturales ocupan un lugar preponderante. La producción y venta del ámbito simbólico entonces es una actividad más que esperable. Todo puede convertirse en una empresa cultural. Un ejemplo claro es lo que sucedió con el movimiento hippie, que lo tenía todo para construir una sociedad paralela (a la manera de los Menonitas) y no necesitaba del contacto global para subsistir y sin embargo en el momento del comercio simbólico terminó siendo cooptado.

En últimas lo que ha de rescatarse de cada movimiento social para considerarlo exitoso es la satisfacción de una demanda concreta. Es en la lucha por la satisfacción de sus demandas cuando la gente se encuentra con la política, cuando le pierde el miedo y el respeto a la política. Esto porque la restauración después del cambio es una amenaza real y si los demandantes movilizados se desarticulan y disipan es muy probable que el cambio sea revertido.
De ahí que los movimientos sociales que hacen historia sean los que se transforman en organizaciones con presencia política y permanecen representados en la lucha por el poder.

Wednesday, August 01, 2007

CARIBE BOGOTANO


Por Gina Paola Rodríguez

Macondo era una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. José Arcadio Buendía […] había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus trescientos habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto.”

Gabriel García Márquez.
Cien Años de Soledad.
Tras la publicación de la obra garciamarquiana, la idea de que Macondo es la versión miniatura de la nación colombiana ha hecho carrera. Esta no es en absoluto una concepción descabellada, al menos para aquellos a quienes nos invade el imaginario de una Colombia en la que lo maravilloso convive con lo cotidiano. Un país de sensuales mujeres donde las playas bañadas de un mar azul hacen juego con montañas de picos nevados que se elevan majestuosas entre un paisaje de verdes colores y climas de ensueño. La misma imagen que mantenía en mi mente y que añoraba ver de nuevo durante los días fríos de Buenos Aires. Qué ingrata actitud aquella que nos avoca a descubrir la grandeza de lo propio solo cuando lo sabemos ausente. Cuánto logra descubrirse en el extranjero acerca de esa comunidad imaginada que llamamos Colombia y cuán plácido resulta reencontrarse con aquella fantasía después de hallarse lejos.

El reencuentro con mi “Caribe bogotano”, expresión que puede resultar paradójica e incluso insultante para los nativos del verdadero Caribe, ha estado marcado por las más variadas situaciones. Me he dado cita con las calles destapadas y el tráfico infernal de mi ciudad, con el cielo gris y los chubascos “espantabobos” en horas de la tarde. Con la ineficiencia de las obras públicas y el silencio forzado de los vecinos afectados que optaron por callar ante las amenazas de los paramilitares dueños de la concesión. No obstante, permanece el afecto irrenunciable hacia esa ciudad resguardada por las montañas en las que es posible encontrar pedacitos de ese gran collage que llamamos Colombia. Y a la vez, se descubre un cándido amor hacia todo aquello que otrora me resultara desagradable: pasear por transmilenio aún a sabiendas de su origen elitista, corrupto y excluyente, recorrer las calles llenas de ventas ambulantes, música estridente y payasos con megáfono invitando a la compra. Cómo se despiertan los sentidos desde antes del aterrizaje, viendo las montañas tricolor y las vaquitas pastando, oliendo el café valdez del aeropuerto, escuchando de nuevo el acento nativo que tanto seduce en otras latitudes. Qué ganas de indagar en los rostros de los coetáneos, de refugiarse en sus miradas, de sentirse parte de ese cuerpo amorfo, disfuncional y contradictorio que llamamos patria. …

Nada ha cambiado aquí. A diferencia de Macondo, la gente en Colombia muere a diario. Apenas ayer se conoció la noticia de la absurda masacre de 11 diputados del departamento del Valle secuestrados por las FARC hace más de cinco años. Mientras tanto, nuestro caudillo de turno continúa en sus actividades apátridas a la vez que se desgarra las vestiduras por el lamentable asesinato. Los detalles finales para la firma del TLC con Estados Unidos están por ser aprobados por nuestro célebre Congreso de la Republica ante la vista inerme de la ciudadanía. La pobreza en las calles se observa cada vez con más fuerza, hasta el punto de incorporarse en el paisaje urbano. De dónde proviene tal afecto hacia un país que pareciera desgarrarse a diario? Este amor floreciente no es tanto el producto de 26 años de convivencia ininterrumpida, como el resultado de tres meses de agónica ausencia. Una paradójica condición para quien hace poco renegaba de los sentimientos nacionalistas por considerarlos una fútil veleidad burguesa con fines de dominación, pero que encuentra su asidero no en el obrar de una clase política históricamente parasitaria, ni en la barbarie de unos grupos armados desideologizados y caníbales; sino en el sabor a guayaba, aguardiente y lulo, en el quiebre de cadera de los nativos, en el tumbao y la malicia indígena que nos caracterizan… en esa Colombia macondiana, alegre y festiva que es en últimas aquella que inventamos cuando estamos aquí y que anhelamos cuando nos vemos fuera….

Espero volver a con esa imagen y no perderla nunca de vista, e iniciar un romance similar con Buenos Aires. A esos buenos deseos espero dedicar una segunda entrega…